La lectura de esta obra constituye una nueva y valiosa revelación de las cicatrices aún latentes en la humanidad, a pesar de haberse logrado cerrar una de sus más sangrientas heridas: la esclavitud. La autora nos ofrece, en esta ocasión, los resultados de una investigación tan rigurosa en los contenidos como original en su método de análisis. Su estilo expositivo abarca desde las diferencias entre el esclavismo clásico y moderno —con énfasis en la mirada prejuiciada frente al otro— hasta la esencia de la naturalización ideológica de la esclavitud, aunque presenta una visión propia y genuina desde nuestro ámbito caribeño. Y esto se pormenoriza en el examen de la evolución histórica del complejo proceso de la esclavitud en esta región, argumentando cómo ha sido posible que rasgos intrínsecos de nuestras sociedades, forjadas en el ámbito de la esclavización africana, determinen que su emancipación solo produjera, en sentido general, una transición en los límites que habían legitimado la superioridad de blancos sobre negros, y no una transformación definitiva.