Un libro para devolvernos las esencias más humanas
No basta con la perseverancia, se necesita también valentía para seguir un ideal, un sueño, un propósito. Los hombres con esas cualidades llegan lejos, suben escalones para otros inalcanzables y, sobre todo, convierten su vida misma en una lección de vida para otros.
De eso aprendimos mucho por estos días, cuando, a raíz de la presentación en el Centro Fidel Castro Ruz de la Edición 48 del emblemático libro El pensamiento económico de Ernesto Che Guevara, revisitamos junto a su autor, el Dr. C. Carlos Tablada Pérez, no solo la génesis de este libro, sino la determinación de su autor ante lo que él llama “una meta autoimpuesta”, pero los demás reconocemos como el noble empeño por hacerle justicia a uno de los más preclaros y acertados pensadores del proceso revolucionario cubano, Ernesto Che Guevara.
Hoy en estas líneas, les proponemos compartir, además del contenido del libro, devenido un clásico para comprender en toda su dimensión el alcance profundamente humano, realista y objetivo del ideario guevariano, el testimonio del hombre que lo hizo posible, que creyó de forma incondicional en el Che, y se convirtió en el instrumento para que ese hombre inmenso pudiera dialogar, a través del tiempo, con todas las generaciones de cubanos que coexitieron con él y le sucedieron.
Acompáñenos, en esta lectura que, desde ya, podemos augurarle memorable y, si lo dicho aquí cala en su pensamiento y en su corazón, lea el libro, bajo el sello de RUTH Casa Editorial, disponible en el enlace https://ruthtienda.com/inicio/1663-el-pensamiento-economico-de-ernesto-che-guevara.html
Carlos, ¿cómo describiría usted el instante en que la voz del Che le habló tan alto que ya no tuvo otra alternativa que abocarse a la escritura de este libro?
El proyecto de este libro surgió fruto de mi ignorancia. Estaba a fines del año 1967, apenas a un mes y medio del asesinato del Che, fui invitado a una sesión de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de La Habana, para escuchar la disertación de un profesor soviético sobre la Revolución Cubana. En esa disertación el profesor hizo dos afirmaciones, dos valoraciones sobre Fidel Castro y el Che. En la primera logré pedir la palabra y pude demostrar que no tenía la razón. La segunda, estaba referida al Che, y ahí no pude rebatir los argumentos del profesor soviético sobre el pensamiento del Che, particularmente su pensamiento económico. El profesor Soviético afirmó que el Che estaba profundamente equivocado y lo argumentó con una serie de argumentos.
Mi reacción, para bien, fue enfadarme conmigo mismo y no con el profesor. Porque por el amor que le tenía yo al Che pensé que el profesor estaba equivocado, pero desconocía su pensamiento para poder rebatir aquel criterio.
Salí inmediatamente a buscar en las librerías de mi ciudad de La Habana libros que tuvieran el pensamiento del Che. Después de cinco o seis días de búsqueda, prácticamente en todas las librerías de La Habana, no encontré ningún libro, hasta que un buen librero me dijo: “No siga. Usted ha estado dos veces aquí, (la librería era La Moderna Poesía, en la calle Obispo). Ese libro que busca no existe. Está por escribirse. Yo le recomiendo que vaya a la Biblioteca Nacional. Busque ahí sus artículos, que es lo más lo más cercano a su pensamiento económico, publicados en la revista Nuestra Industria, del ministerio de Industrias y en la del Ministerio de Comercio Exterior”. Y así fue. Empecé, lo encontré, comencé a leer y me apasioné.
Después de semanas y semanas de lectura, de búsqueda, llegué a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era una investigación a fondo del pensamiento económico, político, social, ideológico y filosófico del Che.
Recién cumplidos los veinte años, en marzo de 1968, llegué a la conclusión de que yo debía tener tiempo para hacer un plan con todo lo que había leído, con lo que ya sabía, con las notas que había tomado en la libreta, en aquella época no había computadora, ni celulares, ni tabletas electrónicas, tenía libretas de apuntes. Necesitaba tiempo para rumiar, para releer todo esto y meditar, y pedí un año sabático a la dirección del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana, donde había entrado de profesor, muy jovencito, por oposición, en marzo de 1967 con 18 años.
La directiva del Departamento de Filosofía pensó que quería un año sabático para estudiar y me persuadieron. Dijeron: “Tablada si tú estás dando clases óptimas, tú no tienes problemas, tiene las máximas calificaciones en los seminarios internos, en las clases que das”. Entonces les dije que no, que yo quería irme para ser vaquero. Me miraron atónitos. Yo quiero un año sabático para ir a trabajar voluntario a una vaquería, -les expliqué- y cobrar por lo que cobra un vaquero.
Esto realmente les resultó un escándalo. Como al Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana en aquella época lo atendía directamente el rector. Y el rector no era nada menos que el doctor José Miyar Barruecos, Chomi, inmediatamente eso terminó en manos del rector y el rector me llamó. Ese fue mi primer contacto de conversación con él. Le expliqué que yo tenía el sueño de ser vaquero, así que yo quería que me diera un año y le insistí. Me lo dio con una condición, yo quería irme para la Isla de la Juventud, para las vaquerías, pero me dijo que no, que la única condición era que fuera a otra, más cercana, para que pudiera regresar, y me dijo… porque si te vas para la Isla de la Juventud, no te van a dejar regresar, te van a dejar trabajando ahí y yo quiero que tú regreses a la universidad y que sigas de profesor y bueno, así fue. Terminé trabajando en una vaquería en la Calzada de Managua. Ahí empecé limpiando los desechos de los terneros, de las vacas, hasta cortando malas hierbas y cortando también para hacer Pienso. Me dieron el chance de aprender a ordeñar y para no hacerle la historia larga quedé de administrador. Me pusieron de administrador de la peor vaquería de plan y la dejé siendo la mejor.
Cuando regresé en 1969, faltaban dos meses para cumplir el año, iba a nacer mi hija Johana Ruth, y ya tenía que estar cerca, porque no había teléfono, no había celulares y regresé y me incorporé de nuevo a la Universidad de La Habana. Pero ya tenía un plan completo de lo que quería hacer: una investigación del pensamiento económico del Che estructurada, y comencé a escribir el mismo día que nació mi hija, Johana. La madre estuvo 23 horas en trabajo de parto y en esas veintitrés horas, en un banco de la planta baja de Maternidad, empecé a escribir, el primero de junio de 1969 las primeras cuartillas de esa investigación.
¿Cuánto exigió del investigador, del revolucionario, del hombre, la construcción de estas páginas?
Primeramente, yo creo que influyó mucho la sangre que corre por mis venas tanto por parte de madre como por parte de padre. Ser muy exigente con uno mismo antes de ser con los demás, ser terco. Cuando llego a una conclusión y no tengo ni un mínimo de dudas de que es lo correcto, pues persevero hasta lograrla y no flaqueo.
Si choco contra un muro no trato de derribarlo, busco el modo de poderlo esquivar, salir adelante y poder llegar a la meta sin hacerle daño a nadie.
Creo que esa forma, ese carácter que mis padres me ayudaron a formar desde niño, ¡Ah!, Ambos participaban en la lucha contra Batista. Con mi papá iba a las estaciones de policía a sacar a los obreros, a los dirigentes obreros que caían presos, gente humilde muy desprendida, muy sana muy revolucionaria.
Mamá creía en Fidel, creía en los moncadistas, no creía que por la vía electoral se derribara la dictadura y el dominio del imperio, y se alistó al Movimiento 26 de Julio. Con ella, a partir de los ocho años iba a reuniones clandestinas, transportaba armas de un lugar a otro para que salieran para la Sierra Maestra. Esta fue la escuela revolucionaria que me dieron mis padres y donde forjé mi carácter.
Después del triunfo de la Revolución, con diez años entré a la Asociación de Jóvenes Rebeldes en 1959, la Campaña de Alfabetización en las Brigadas Conrado Benítez, las recogidas de café
en las montañas de Oriente, la lucha contra bandidos en la que participé también, todo eso fue forjando ese carácter que hizo que no me amilanara ante la tarea que me autoimpuse.
Hoy día miro hacia atrás y realmente cuando otros me dicen, me doy cuenta que sí, que fue realmente en solitario, y creo que todas esas cualidades me ayudaron.
Existe una especie de consenso en relación a su libro y es el hecho de haber sacado el pensamiento del Che de un limbo, que dejaba de lado sus interpretaciones del marxismo, su concepto de la praxis revolucionaria, su apuesta por la transformación de la conciencia del hombre para el logro de la transformación social. ¿Fue ese desde el principio el objetivo de Carlos Tablada, o fue un destino natural del libro?
En realidad, cuando yo empecé a hacer la investigación, al Che se le negaba cualquier tipo de pensamiento, era el heroico guerrillero internacionalista. Primaba el concepto de “seremos como el Che” si se quiere buscar un hombre totalmente puro, limpio de espíritu, de una ética insobornable. De ahí Che y los niños, Che y los ancianos, Che y los trabajadores, Che y el trabajo voluntario pero pensamiento no, pensamiento no, Ahí salió la burocracia cubana, pro soviética con el imperio, para ocultar ese pensamiento “subversivo” del Che.
“Subversivo” porque en primer lugar en el año 1966 nadie en su sano juicio podía pensar que la Unión Soviética y los países socialistas, la segunda potencia mundial con un desarrollo y crecimiento sostenido, iba a colapsar como el Che lo vaticinó. Y a pesar de que el Che lo explicó, dio a lo largo de todos sus escritos, de sus intervenciones, de sus discursos, los elementos del por qué iba a colapsar en el modo en que estaba, no era creíble y comprendo también a esas personas honestas, revolucionarias, que podían decir que había enloquecido, que eso no era posible, que el Che se había equivocado. Pero a la burocracia no le convenía que se aplicaran y se implantaran las ideas del Che. Solamente dos personas en nuestro país con esa inteligencia y con ese conocimiento profundo de la historia de Cuba y de la geopolítica como Fidel Castro y el Che Guevara podían llegar a esa conclusión.
Déjeme decirle que la primera vez que yo escuché, antes de haber leído al Che, que la Unión Soviética iba hacia el capitalismo y que eso era un desastre fue a Fidel Castro Ruz, en la Plaza Cadenas, hoy Plaza Agramonte en la Universidad de La Habana a mediados de 1967. Un día a la una y pico de la madrugada, que yo estaba de guardia ese día en el rectorado con mi fusil y llegó Fidel. Una de las escoltas me dijo: “¿Quieres seguir aquí parado haciendo guardia o te quieres ir a escuchar a Fidel que ha empezado a hablar? Yo hago la guardia por ti”. Y me fui y escuché a Fidel diciendo eso, para mí fue un trauma. Ahí quedó y luego, ocurrió lo que ya expliqué.
Entonces mi primer objetivo fue conocer el pensamiento del Che, porque en la medida en que iba leyendo me iba apasionando y me parecía de una de una lógica irrebatible. Y por tanto fui estudiando, investigando, hasta que logré una concepción bastante amplia del pensamiento del Che.
En primer lugar, yo no me propuse hacer un libro, sino hacer una investigación. El libro como tal toma forma años después. Ya en la década de los 80s, pero antes simplemente era una investigación. Lo que sí fue desde el principio un objetivo era dar a conocer el pensamiento económico, filosófico, ideológico, sociológico, político del Che.
Luis Álvarez Rom, uno de sus colaboradores más íntimos y cercanos, se enteró que había un joven que estaba haciendo una investigación del pensamiento del Che. Muy poquitas personas lo sabían, no pasaban de dos o tres y ninguno de mi centro de trabajo. Se apareció al Departamento de Filosofía, yo había regresado de la vaquería en abril-mayo de 1969. Estuvimos conversando, parece que se llevó una buena impresión y me invitó a su casa. Fui con él en su auto y después de tres horas de conversación me entregó un lote de escritos inéditos que, poco tiempo después, me los completó Orlando Borrego. Así que ya en el año 1969, tenía prácticamente una parte sustancial esos escritos inéditos que se publicaron por primera vez en los años 80, contenidos en mi libro El pensamiento económico del Che. No se publicaron después fuera de mi libro hasta este siglo XXI, que se ha ido publicando por partes, por el Centro de Estudios “Che Guevara”.
En eso mi libro fue pionero, es decir, por primera vez se conoció en Cuba y en el mundo, que el Che tenía escritos inéditos y lo que decían parte de esos escritos inéditos en mi libro.
Como toda obra valiente y transgresora de los lugares comunes este texto tuvo muros que derrumbar, sin embargo, entre quienes tuvieron la visión de reconocer su necesidad y pertinencia destaca un criterio, el de Fidel ¿Por qué considera usted que el líder de la Revolución asumió esa postura en relación a este libro, postura que, por demás, hizo pública en varias ocasiones?
A los dos años de estar leyendo todo lo que me fue llegando del Che, lo publicado, y lo que recibí, se respiraba sin mucho trabajo en los escritos y transcripciones de sus sesiones de trabajo, la admiración, el respeto del Che hacia Fidel. Yo fui el primero que hice público que el maestro del Che fue Fidel Castro, eso me llevó, a partir de 1971 a saber ¿quién era Fidel Castro?, ¿qué pensaba Fidel Castro? ¿Qué pensó en cada momento? Y el mismo método que utilicé con el estudio del pensamiento del Che, lo apliqué con Fidel Castro.
Y encontré que realmente el Che fue su mejor alumno. El Che tenía las cualidades para serlo. Fue muy bien educado por sus padres, con lo mejor de la cultura más avanzada. Vivió a través de algunos de sus protagonistas la revolución republicana española en los años 30 contra el sistema político económico imperante en España. Muchos de los que pudieron escapar pararon en Argentina, incluso en la casa de sus padres se alojaron algunos. Escuchaba de viva voz toda esa experiencia.
El Che tenía la capacidad, la estructura mental y las vivencias de sus dos viajes por América Latina, para hundirse, nadar en la historia del pueblo cubano. Se estudió como nadie todos los hechos de la historia de la independencia de Cuba. Estudió el pensamiento de Céspedes, de Maceo, de José Martí, de Mella. Descubrí que profundizó en Antonio Guiteras, fue uno de los pocos dirigentes de la Revolución Cubana que habló en un acto público de homenaje a Antonio Guiteras.
Entendió que el Moncada, que los que fueron al Moncada, fueron a morir o a vencer, no lo hicieron para obtener bienes materiales. No lo hicieron para vivir mejor ni para que el pueblo viviera mejor solo desde el punto de vista material, sino para obtener la independencia, la soberanía, la igualdad del hombre y la mujer, contra el racismo, por la dignidad individual y colectiva. El Moncada no fue solo para cambiar el sistema de distribución de los bienes materiales sino para poner al hombre, a la persona, en el centro de toda acción económica, política, social. Eso el Che lo percibió con los compañeros de Fidel, con Celia, con Almeida que era zapatero, limpiabotas, con Ramirito, Ramiro Valdés, con los demás combatientes, con los campesinos, él fue viviendo, fue interiorizando esa realidad.
Fue el primer dirigente de la Revolución de Fidel Castro que visitó los países socialistas. A diferencia de los compañeros de mi padre, que lo que aspiraban era que Cuba tuviera solamente un nivel de vida superior como tenía la República Democrática Alemana, que tuvieran de todo, el Che percibió que a ese sistema le faltaba el alma, le faltaba el espíritu, que junto con el proceso de producción de bienes materiales había que producir nuevas relaciones económicas, sociales, políticas, ideológicas, culturales, había que crear una nueva cultura.
Quienes conocen a Carlos Tablada saben que vive en él un principio inviolable que defiende ante todo: la ética. ¿Cuál fue la contribución del Che a ese concepto?
La ética fue fundamental para que los revolucionarios cubanos, desde el siglo XIX, pudieran derrotar también a los ejércitos colonialistas españoles, que concentraron aquí una cantidad de fuerzas armadas como no lo habían hecho en todo el continente latinoamericano. Yo creo que esto Che lo aprendió con Céspedes, lo aprendió con Maceo desde la famosa protesta de Baraguá hasta Martí. Yo creo que ahí estaba Mella, Guiteras y el adalid de la ética, Fidel Castro Ruz. Por otra parte, él tenía esa cualidad que se manifiesta desde niño, y que reflejó Alberto Granado en su libro Con el Che por Sudamérica y que les recomiendo a todos porque hace evidente constantemente esa ética que ya el Che tenía.
El Che encontró en los revolucionarios cubanos, en el Movimiento 26 de Julio, la ética que él había practicado.
Vivimos tiempos convulsos, sumamente retadores para la construcción del socialismo cubano, desde su punto de vista, ¿volver al pensamiento del Che pudiera arrojar luces a la solución de los problemas más acuciantes de la Cuba de hoy?
Muchos dicen, para obviar, para descartar el pensamiento del Che, que el sistema que propuso fue fruto de las condiciones de los años 60, iniciales de la Revolución, y que por tanto no es aplicable ahora en el siglo XXI. Ese es un argumento de personas que no han estudiado el pensamiento del Che o personas mal intencionadas que no quieren que se aplique el pensamiento del Che, porque afectaría los privilegios que tienen.
Es muy sencillo, la concepción económica del Che es una concepción política fundamentalmente de ética y muy filosófica, además de abrigar un principio económico imposible de obviar.
Se puede resumir en los dos primeros párrafos con que comienzo mi libro. No se puede separar el hecho y la acción de la producción material, de la producción y reproducción de las relaciones económicas, políticas, sociales, culturales que provoca esa producción material. En el lugar que ocupe cada uno en esa producción material, se está reproduciendo un modo de producción, una sociedad. Si usted quiere producir una sociedad diferente al capital, usted tiene que darles una participación real a los productores y no formal, usted tiene que darles a los obreros, a los trabajadores de una empresa socialista estatal, de una entidad de servicios estatal, la participación real en la toma de decisiones. Usted tiene que descentralizar y darles poder real a los municipios como lo soñó Martí y quiso para nuestro pueblo. Usted tiene que darle poder real a los diputados municipales, provinciales y nacionales. Que es donde, según la Constitución, está el poder del pueblo.
Ese es el principio fundamental, es la base, los cimientos de una sociedad socialista. Lo contrario a eso es lo que fracasó. Fracasó la Unión Soviética y los países del campo socialista. Aplicaron lo contrario a lo que el Che dijo, y por eso no se equivocó al vaticinar que iban a colapsar, que iban a desaparecer y que marchaban hacia el capitalismo. Así de sencillo.
En tiempos en que la humanidad se debate ante tantos peligros, inminentes y reales, en tiempos de valores degradados, de vaguedades ideológicas y de un marcado materialismo que corroe las esencias del ser humano, contar con una obra como esta es la especie de tabla salvadora a la que deberíamos asirnos con toda la fuerza de nuestro instinto de supervivencia. Este libro, es más que el pensamiento económico del hombre que lo inspiró, este libro es la imagen de lo que no podemos permitirnos ser, de la desnaturalización que nos aguarda si olvidamos las coas verdaderas por las que vale la pena luchar. Este libro, es una prueba irrefutable de que el hombre, es el único capaz de cambiar su historia, si tiene la conciencia necesaria para verse a sí mismo, como el ente transformador capaz de generar el cambio.
Les proponemos también varios enlaces que los acercarán a la amplia repercusión de lo sucedido el pasado 8 de octubre, en la presentación de la edición 48 de El pensamiento económico de Ernesto Che Guevara.
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Cubadebate, texto de la periodista Arleen Rodríguez Derivet
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Noticiero de la televisión Cubana, periodista Thalía González
https://youtu.be/WylMz7FEJYY?si=IrQzjnn7WTEJ0TFk
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Radio Reloj Cuba
https://www.radioreloj.cu/destacadas/presentaran-libro-sobre-el-pensamiento-economico-del-che/
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