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Dos libros y una historia de fidelidad y amor

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Miguel Cabrera es uno de esos privilegiados, que ha vivido una bella historia y a la vez, ha elegido la responsabilidad devenida placer y entrega, de conservarla para otros, de contarla para otros. El Ballet Nacional de Cuba y la figura cumbre de esa institución, Alicia Alonso, van indisolublemente unidos a la vida de este hombre, con cuyos sentimientos, testimonios y vivencias construimos hoy este texto.

Ser testigo de una gran obra, del hacer de sus protagonistas, ver como se hace la magia de la creación que engendra la grandeza, es un privilegio que no muchos tienen.

 

Sin embargo, aquellos que inscriben sus historias personales en el libro de lo bueno, de lo grande, de aquello que lleva en sí la pasión y la entrega de muchos seres humanos, sin dudas se iluminan también, y hacen de su exisitir un testimonio palpable de aquello a lo que dedican lo mejor de sus energías.

 

Miguel Cabrera es uno de esos privilegiados, que ha vivido una bella historia y a la vez, ha elegido la responsabilidad devenida placer y entrega, de conservarla para otros, de contarla para otros. El Ballet Nacional de Cuba y la figura cumbre de esa institución, Alicia Alonso, van indisolublemente unidos a la vida de este hombre, con cuyos sentimientos, testimonios y vivencias construimos hoy este texto.

 

Sobre sus más recientes libros, publicados bajo el sello de RUTH Casa Editorial, conversamos hoy, desde la sensibilidad y amor que hicieron posible cada página escrita en Alicia, el ballet y yo (https://ruthtienda.com/inicio/1681-alicia-el-ballet-y-yo.html),  y Ballet Nacional de Cuba. Siete décadas de creación coreográfica (1948-2024) (https://ruthtienda.com/inicio/1682-ballet-nacional-de-cuba-siete-decadas-de-creacion-coreografica.html). 

 

El primero de estos textos, nacido en los meses de pandemia y aislamiento, trajo desde los recuerdos más preciados del autor, un rayo de esperanza, que solo podía provenir del ser iluminado, genial y único que lo inspiró: Alicia Alonso.

 

La génesis de este libro, cuenta usted, está en el período de aislamiento y desconcierto que provocó la pandemia, ¿Qué sentimientos renacieron por esos días en Miguel Cabrera, para darle el impulso de escribirlo?

 

Ese libro yo lo escribí en un momento muy difícil de mi vida, no solamente en mi vida, pienso que era la vida de todos los cubanos y de muchas personas alrededor del mundo. La amenaza de la muerte, el encerramiento. Para mí, era el alejamiento del Ballet Nacional de Cuba que es parte de mi vida, el alejamiento de mis compañeros, en fin, era casi como un adiós. En un momento determinado yo pensé que moría cada vez que oía las noticias, o veía por las redes sociales que moría una persona querida, una persona amiga, una persona conocida, pero llegó un momento en que cambié de opinión. Recordarla a ella especialmente, fue una razón importante para vivir.

 

Se han escrito por supuesto otros libros sobre la Prima Ballerina Assoluta, pero tiene este el valor añadido de una amistad y de la cercanía profesional que usted mismo describe como un privilegio. ¿Qué podrán encontrar entonces los lectores en este libro, que no encontrarán en otros escritos sobre ella? 

 

Se han escrito muchos libros sobre ella, sobre Alicia Alonso, y yo he tenido la posibilidad, el honor, de dar el fruto de mis investigaciones a esas personas que los hicieron, pero yo pienso que el valor que tiene este libro, por lo menos para mí, es el dejar un testimonio de la cercanía con una mujer que fue un genio de la danza, yo restrinjo mucho la aplicación del término, pero ella en verdad fue un genio de la danza. Creo que eso ha sido este libro, el testimonio de una cercanía muy grande al ser humano y a la artista. Tuve la posibilidad de hacerlo, de tenerla cerca.

 

Si le pidiéramos al autor definir a Alicia, ¿qué calificativos cree que no pueden faltar?

 

Para mí definir a Alicia Alonso es una tarea muy fácil y una tarea muy difícil. Pero primero creo que es exactamente el acercamiento a una mujer que se adelantó veinte años en el dominio de la técnica en el ballet, que tuvo un registro estilístico inmenso y sobre todo disciplina, amor por la danza y amor por la cubanía. Creo que ella fue esa mezcla tan difícil de lograr, de ser tan cosmopolita, y a la vez, tan genuinamente cubana. Ella me dio esa lección para siempre. Creo que es una lección que nunca podré olvidar. Tener la cercanía de un ser grandioso es un privilegio que no todo el mundo tiene.

 

Hoy que está el libro terminado, que ya es un hecho, ¿cómo lo siente usted, como un homenaje a Alicia, a los que la acompañaron siempre, o a la cultura cubana en su sentido más amplio? 

 

Este es un libro que he escrito con mucho amor, y que una editorial como esta, tan generosa, tan cercana, RUTH Casa Editorial, me ha permitido mostrar. Unas personas me lo dijeron durante la pandemia, que yo fui publicando algunas cosas. Alicia fue un exponente de la cultura cubana. Está su obra como bailarina, como Prima Ballerina Assoluta, pero está la múltiple faceta además de coreógrafa, de directora, de figura de la cultura, de nuestra vida nacional en todos los órdenes. Se reflejan ahí, en ese libro, sus relaciones con el resto de la cultura nuestra y de la cultura universal. Ahí está en la obra que creó.

 

¿Qué quisiera usted que recordaran las personas después de leer su libro?

 

Como autor, mi aspiración es que cuando terminen de leer las ciento y tantas páginas que tiene este libro, que pueda yo haber dado la exacta estatura, o por lo menos una aproximación a la enorme estatura de esa mujer como bailarina y como ser humano. Una persona que no conoció nunca, el “no se puede”, que tuvo a su bien siempre la ferrea disciplina. Ella se exigió siempre, inclusive con sus problemas visuales, eso no lo quiso ver nunca como un hándicap sino se fue por encima y logró, lo que otras personas sin esa problemática no lográbamos. Una cubana, una mujer que creyó en las fuerzas, en el potencial de talento del pueblo cubano, y creo que ese fue un decursar que yo vi, que estuve cercano a ella, y si doy una medida para recordarla estoy dichoso.

 

También entrañable y excepcional es el libro: Ballet Nacional de Cuba. Siete décadas de creación coreográfica (1948-2024). Joya patrimonial del devenir de una institución, bandera de la cultura cubana.

 

Estamos en presencia de un libro cuyo valor en la conservación de la memoria histórica del Ballet Nacional de Cuba es incuestionable. ¿Por qué considera usted que era necesario escribirlo?

 

Creo que escribir ese libro era necesario porque el Ballet Nacional de Cuba tiene un prestigio a nivel mundial y ese prestigio ¿De dónde viene? Ese prestigio viene exactamente de lo que ha hecho que es básicamente la creación de ese repertorio con que ha mostrado la valía de los bailarines cubanos, de la coreografía cubana, de la escuela cubana de ballet. Eso es una trayectoria muy rica y he sido testigo exactamente de que eso se logró con el trabajo de muchos y de muchos años. Creo que es un honor para mí que la vida me haya permitido que el fruto de mi trabajo se vuelque en ese libro.

 

En sus 75 años, 785 obras, de 214 coreógrafos procedentes de 29 países son sin dudas cifras asombrosas. ¿Qué valores distinguen al Ballet Nacional de Cuba para lograr la versatilidad necesaria para asumir estos retos coreográficos, sin perder el sello que lo hace único en el mundo?

 

Los valores del Ballet Nacional de Cuba son muchos, y ha logrado crear esa inmensa muestra de repertorio de esos 785 títulos del más diverso espectro estilístico, que es una prueba, en primer lugar, del talento del pueblo cubano; segundo, de la fe que tuvieron, esa tríada fundadora de lo que podía alcanzar el pueblo cubano y creo que se ha logrado. No se puede negar que vivió desvalorado, en el período anterior a la Revolución. Sin embargo, con el triunfo de la Revolución se pudieron conquistar las metas históricas. El ballet ha vivido esto porque hubo una transformación social en nuestro país, que dio a todos no solamente el derecho a la justicia, sino también a la cultura.

 

¿Qué pilares de aquella tríada fundadora se han mantenido como constantes, para sostener el prestigio de esta institución, Patrimonio Cultural de Nación?

 

La tríada fundadora Alicia, Alberto y Fernando Alonso sembraron con su ejemplo el amor por el ballet, dieron el paso decisivo de hacerse profesionales. Alberto, desde 1935 con el ballet ruso de Montecarlo, Alicia y Fernando desde 1937 en los Estados Unidos, y tuvieron la fe en ese talento creador. Esos fundamentos permiten ser un patrimonio. Claro, cuando miras esas 785 obras ahí están nuestros escritores, nuestros artistas plásticos, nuestros hombres del teatro. La Escuela Cubana de Ballet, como Alicia y Fernando siempre definían, no es solamente un hecho danzario, es un hecho cultural, es un aporte del ballet cubano a las culturas nacionales, un aporte de la cultura nacional a la cultura universal.

 

 Se afirma que este libro, no está destinado solo a los amantes, conocedores, especialistas y cultores del ballet, ¿Qué puede aportar a los lectores fuera de ese ámbito puntual?

 

Si de alguna cosa estoy seguro es de que, lo que contiene ese libro, va a ser de interés no solamente para los balletómanos, para los críticos, para los especialistas en la rama danzaria, sino también en el fenómeno de la cultura. Pues van a ver como ahí están enfocados y reflejadados los caracteres de nuestra cultura, las problemáticas sociales. Al Ballet Nacional de Cuba nada humano le ha sido ajeno, por eso tenemos obras de distinto tipo y por supuesto este es el reflejo del tiempo que le tocó vivir. El Ballet Nacional de Cuba ha sido un testigo de su tiempo y Alicia, Fernando y Alberto, han vivido orgullosos de aquellos que contribuyeron a potenciar y a mostrar a las futuras generaciones ese logro.

 

A la altura de las joyas que ha parido nuestro Ballet Nacional de Cuba, están estas dos obras, con alto contenido testimonial por demás, donde lo escrito, en gran parte, ha sido vivenciado por el autor, ¿cuánto de la vida y obra de Miguel Cabrera, nos entrega hoy con estas páginas?

Mi vida está ahí reflejada porque yo he sido testigo. La compañía tiene 785 obras creadas en estos setenta y seis años que ya van cursando, cuando yo me acerqué a la compañía habían creado ochenta y siete ballets. Quiero decir que yo he sido testigo de ver cómo se creaban, cómo se gestaban seiscientas noventa y ocho obras que hacen la suma total. Ver el surgimiento de los coreógrafos Alberto Méndez, de Gustavo Herrera, de Iván Tenorio, de todos los camerinos, Tali Regina y Eduardo Blanco, de ver como surgieron, desde la escuela, los bailarines que luego se convirtieron en estrellas, y convertir todo ese quehacer en un orgullo de la cultura cubana.

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